La Espada

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Espada 3


 

MEXICANOS

  ¿Mudará el negro su pellejo, y el leopardo sus manchas? Así   también podréis vosotros hacer bien, estando habituados á

       hacer mal.           Jer 13:23

 

         Por todas partes se oye un exagerado “nacionalismo” un aparente amor por lo nuestro. Cuando un mexicano (uno entre mil) hace alguna proeza ya sea en el país o el extranjero, todos los medios se llenan la boca de alabanzas y orgullo “mexicano” y esto se agrava más si ese susodicho es una mujer, no importa cual hazaña o de que tipo todos dicen “¡y es mexicano!”.

Muy pronto (casi inmediatamente) se cae el teatro, porque cuando vemos las calles y los barrios, cuando vamos al trabajo, al taller, cuando vamos a la tienda, o conocemos alguna familia o amigo, vemos al verdadero mexicano. Todos los días estamos rodeados de ellos, y allí están sin “maquillaje” televisivo, solos al natural. Allí es donde vemos la realidad y nos damos cuenta que hace falta un cambio en nuestro ser, y que Cristo es ese cambio interior. Todas la culturas tenemos rasgos similares por ser hijos de Adán, pero cada pueblo tiene características muy particulares que solo se dan en ese pueblo, formas de vivir, de hablar, ejemplos que hemos adquirido de nuestros padres, circunstancias históricas todo eso (y pienso, más) son las que han venido a crear nuestra famosa “idiosincrasia”.

       Como mexicanos, siempre que pensamos o nos preguntamos por nuestras características nos viene a la mente solo aspectos negativos desde Vasconcelos que plasmó al mexicano con su estereotipo mundial del indio agachado, siempre dormido y con su característico jorongo y sombrero de copa ancha y no puede faltar el nopal y los huaraches, hasta las películas de la “Época de Oro del Cine Mexicano” que plasman a un mexicano alburero, tramposo y fiestero, siempre melancólico en el fondo, violento, resentido pero eso si, siempre machista y sentimental, como dice Roger Bartra que “se ha inventado a un mexicano que es la metáfora del subdesarrollo permanente, la imagen del progreso frustrado”.

 

Cada cultura tiene características muy propias e interesantes, a la luz de la Biblia el pueblo hebreo por ejemplo es destacado de entre sus muchas características como un pueblo “rebelde y contradictor” (Rom 10.21) como un pueblo que busca señales y cuando las tiene no las cree (1 Cor 1.22).

Los griegos dice 1 Cor. 1.22, “..Y los griegos buscan sabiduría…”. Grecia ya para ese tiempo había producido un linaje de filósofos y sabios como: Sócrates, Platón, Aristóteles, Pitágoras (teorema de Pitágoras), Arquímedes, (principio de Arquímedes) y Tales (teorema de Tales). Los griegos son famosos por su filosofía, al contrario que los mexicanos, ellos no buscan la sabiduría, no se detienen a observar y pensar mucho menos a meditar. Su empresa es ver a quien “transan”. No tenemos el gusto por la lectura, no me extraña que sigan teniendo la impresión que somos un pueblo indígena, eso si, muy moderno con TV a control remoto y celulares, pero huecos.

       Aclaro, no quiere decir que un pueblo con sabiduría como el griego por eso se salva, claro que no, de hecho la sabiduría griega es pagana, humana y no de Dios, aunque mucha de ella a sido útil científicamente, pero, estamos hablando de las características de los pueblos y en breve hablaré de mi pueblo.

       Otro pueblo son los Cretenses “…Dijo uno de ellos, propio profeta de ellos: Los Cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, vientres perezosos. Este testimonio es verdadero: por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe…” Tit 1:13. Yo creo que estas pocas palabras con las que describe a un pueblo son suficientes para mostrarnos la vida cotidiana (muy cercana a la mexicana). “Cretanizar” era proverbial por mentir; como “corintianizar” era por ser disoluto. Siempre mentirosos—no meramente a veces, como lo es todo hombre natural, sino siempre.

Es interesante como Pablo dice: “repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe”. ¿Qué?, hay el riesgo que una vez convertidos al evangelio los Cretenses siguieran viviendo de acuerdo a su “idiosincrasia” y no a la nueva vida que es por la fe. Si. Es posible, de hecho es necesario que aprendan “a  que dejéis, cuanto á la pasada manera de vivir; el viejo hombre que está viciado conforme á los deseos de error y vestir el nuevo hombre que es criado conforme á Dios en justicia y en santidad de verdad” (Efe 4.22,24). Tanto puede afectar que según san Pablo esto no se corrige con dulce si no con una dura reprensión.

 

       Y el mexicano ¿Como es?

Aunque la Biblia no habla textualmente del pueblo mexicano si lo encierra en la generalidad de los “gentiles” pero no vendría mal puntualizar algunos rasgos  que nos caracterizan como mexicanos.

 Así como hicieron los cretenses, es necesario hacer, no vendría mal una auto crítica y corregir lo malo. Esto digo porque pienso que muchos de nuestros problemas en la iglesia los hemos causado por nuestro mal hábito “mexicano” que ya debimos haber quitado.

Y si no aprendemos, nuestra “mexicanidad” nos va a seguir trayendo muchos problemas no solo en la iglesia como miembros, sino aun como ministros en nuestro servicio personal y aún la relación con otros ministros, decía un hermano “que la iglesia quede en manos de mexicanos”. Pero no “a la mexicana” por favor, sino mexicanos transformados por el Espíritu Santo, y renovados para este ministerio.

Es muy complejo definir con pocas palabras los rasgos del mexicano, ya que ha sufrido una serie de cambios paulatinos desde su origen, y en muchos de ellos muy radicalizados. Por un lado mucho orgullo por México y por otro, una preferencia común por lo extranjero. Sin embargo si podemos considerar los mas notorios.

Cuando pienso en las características de los mexicanos no puedo evitar la parte negativa, he visto como le han preguntado a extranjeros su opinión sobre el mexicano y son muy “positivistas”, pero aunque haya cosa positivas, es muy llamativa la negativa, de hecho aun si fueran pocas las cosas negativas, son de las mas importantes, por ejemplo, una positiva que dijo una española es que el mexicano es amable (aja), pero una negativa es que es corrupto, México es de los principales países corruptos que hay, las “mordidas” están a la orden del día. Todos querían un “cambio” con Fox, pero no lo hubo porque los mexicanos eran los mismos, no cambiaron. Cuando te quedas con el cambio de más. Cuando por librarte la multa le das la “mordida” de cien al tránsito, cuando evitas pagar el fisco con mentiras, cuando pasas el examen haciendo trampa, aún cuando en la fila no te formas y el de adelante que es tu conocido lo hace por ti, a esto le agregamos el cinismo que a pesar que los graban y salen en televisión siguen en la misma.

       Lo peor es que después de estas fechorías, relacionen a Dios en ellas diciendo “gracias a Dios por lo que me dio” No. No Creo que Dios tuvo parte en eso.

“Una sociedad corrupta es una sociedad en estado de descomposición, y necesariamente tiene que ser una sociedad injusta donde ha triunfado la ilegitimidad y la inmoralidad”.

Difícilmente se puede pensar que ocurra en México que el periódico lo vendan como en otros países que ponen una cajita con periódicos y pagas uno y te llevas solo uno.

Somos gente que se siente triunfar si consigue robarse la señal de Cablevisión del vecino, o se piratea el Sky o que le pone “diablitos” al medidor para pagar menos luz, o si le echa agua a la leche, o le quita 100 gramos al kilo, o te da litros de gasolina de 800 mililitros.

 

Otra característica del mexicano es el “machismo” es común oír al papá diciendo a su hijo: no sea “vieja” pórtese como macho; o no sea “chillón” hay que ser “macho” o simplemente llega a casa y le pone una golpiza a la esposa a tal grado que ella no lo “ve por tres días”. Es una de las característica mas representativas a nivel mundial del mexicano representado en el cine de la época de los 50’s, de hecho ningún mexicano podría decirse mexicano sin ser un macho, esta costumbre o característica es producto del complejo de inferioridad del mexicano que coloca al machismo como su mejor expresión. El mexicano tradicionalmente ha llevado una vida hostil y tiende a reaccionar violentamente y siempre busca un conato de violencia para elevar su autoestima y demostrar su hombría. Así el mexicano creó un concepto de hombría relacionado con su identidad, el machismo como identidad del mexicano, un patriotismo creado a partir de un sentimiento de inferioridad y alentado por las madres oprimidas, mismas víctimas del machismo mexicano. 

La ironía no puede faltar, porque por un lado presume de su hombría frente a sus amigos, y por otro es un “mandilón” que depende de la opinión de su esposa, ¿Cómo ves “mija”?. Ya que en México generalmente la mujer manda en el hogar. “El mexicano tiene poco padre, mucha madre, y demasiados hermanos”.

      

También el mexicano es conocido como impuntual, no tenemos el gusto de llegar temprano a la cita, somos lamentablemente famosos del “horario mexicano” que las 6 son en realidad las 7 en la hora mexicana. “¿Qué? ¿apoco vas a ir a barrer?” ojalá que sí, pero ni eso. Cuando éramos inconversos el trabajo era a las 9 y llegaba a las 11. Pero ahora como cristianos es una falta penosa que seguimos arrastrando de nuestra vieja naturaleza, por ejemplo en la iglesia el domingo cuando todos deberíamos estar reunidos a las 10 no falta quien va llegando a las 10:30, y todavía con la lentitud de la pereza.

Es triste tener la actitud de “tarde pero sin sueño”, cuando podríamos hacer más por Cristo. El merece, El es digno de nuestro tiempo y de cambiar nuestra actitud a una que aprecie su tiempo.

 

       También el mexicano es conocido por criticón, muchas veces no sabe porque, pero no esta de acuerdo. Critica a sus gobernantes, a sus líderes, a sus ministros, a todo, (curiosamente en un estudio resulta que en promedio los que tienden a hacer esto son los maestros). Siempre esta en contra, “Contreras” es su segundo nombre. Lo curioso es que no tiene nada que pueda aportar para hacerlo bien, su corazón siente que si no se hace de acuerdo a su pensar, entonces no esta bien. El problema en esto es que no solo hace individualmente, sino que disemina su espíritu de queja a los demás, y solo así tiene la valentía de manifestarlo, tristemente muchos de sus apoyos son sus propios hijos, porque lo decía cuando ellos estaban presentes. El mexicano así es conocido por sus marchas y plantones  gritando consignas contra sus gobernantes. Pero luego actúa como si no “hubiera” dicho nada.

Lo irónico es que de las cosas que se queja es también culpable, mientras más le digo “rata” a Salinas mejor me siento como persona, a pesar que ayer compré discos y ropa pirata, mientras más le digo falso al “Peje”, mejor me siento como mexicano, a pesar que hoy “transé” a un cliente y salió para pagar mi deuda.

 

       Otra característica del mexicano es el individualismo.  
Esto se refiere al hecho de que por idiosincrasia no tenemos como costumbre el trabajar en equipo, ayudándonos unos a otros, sino al contrario tenemos la tendencia de evitar que los demás sobresalgan y no podemos buscar el unir nuestras capacidades con las de nuestros compañeros, hasta creamos rivalidades virtuales a partir de la “nada”, de hecho, cuando uno progresa inmediatamente comienza la intriga y sospecha, pero no el gusto por ello,  somos tremendamente individualistas. Ejemplo: Destacamos en disciplinas individuales en el deporte, Boxeo, caminata, clavados, maratón, etc. Pero siempre batalla como equipo.

 

       También el mexicano es desidioso, nos dicen “la gente del futuro” porque todo lo dejamos para mañana o a la última hora. “hay después” y si lo hacemos mal no lo corregimos sino decimos “ahí se va” o “y a mí que” o “y luego para quién es”. Podríamos invertir un poco de tiempo para arreglar la pata de la cama, pero en su lugar usamos un ladrillo “por mientras” y ese mientras dura 10 años. Cuando construye su casa primero construye su cuarto, ¿y el baño? Es todo el patio, “hay después”. Es común cuando nos llega una visita inesperada decirle: “cierra los ojos” porque esta la casa tirada. Pero entonces ¿en que se ocupó la mujer en todo el día?

Por ahí se dice algo muy cierto, que “el mexicano todo lo espera de Dios, del gobierno y de la lotería nacional

 

       Lamentablemente el mexicano también es menospreciador, demasiado respetuoso por la “piel blanca” y los ojos azules pero despreciativo con los suyos, esto en parte producto de la conquista que después de un poco más de 500 años todavía nos afecta. De hecho hay un rasismo irrazonable entre nosotros cuando se trata  a los morenos y chaparros despectivamente mientras que los “güeros” se les tratan bien. Podemos afirmar que esto es porque somos seres con complejo de inferioridad y solos, donde nuestra respuesta es una actitud defensiva y muchas veces denigrante: agredimos para que no nos madruguen. Se ha visto en las empresas que cuando llega un extranjero es fácil (en cierta forma) para el, ser un líder, casi inmediatamente comienza a mandar. Pero entre mexicanos eso no es posible y si se logra es a base un gran costo. Es que en México vivimos una “aparente anarquía”, o sea, si hay gobierno pero es simbólico ya que cada uno hace lo que quiere, dice el mexicano “aquí todos somos iguales”, es por eso que el gobierno muchas veces ha tenido que cumplir los caprichos del pueblo.

Cuando se traslada esa “mexicanidad” a la iglesia cristiana, ocurre las mismas consecuencias que con los mundanos, resultan pugnas y divisiones gente inconforme y menospreciadora de sus propios ministros, que piensa que todos tienen la culpa, menos el o (ella).

 

       No quiero pasar una característica tan peculiar con la que nos identificamos,  que cuando se oye por otros lugares dicen: “este es mexicano”, la forma de hablar y la deformación del lenguaje. Nos conocen como un pueblo “agachón” que no puede sostener la mirada a la cara, hablamos agachados o “sobre el hombro”, no se porque, pero inconscientemente lo hacemos. Algunos creen que es producto de la “conquista” y que era una falta “mirar” a sus mayores a la cara. Y que precisamente en dicho carácter esta mucho de la forma en que hablamos. Entre otras cosas los excesivos diminutivos. “¿Me permite un momentito?” decimos, como para no hacer enojar a quien nos tiene que esperar. “Ahorita voy” “llega tempranito”  etc. Es muy común cierto uso de las formas gramaticalmente ilógicas como el uso del pretérito imperfecto o copretérito como “venía” “quería”. Es muy común que llegue uno a la tienda y diga “quería pan”. Es como para que el tendero nos diga “ah ¿ya no lo quiere?”. En fin hay muchos casos chistosos, pero no tengo tiempo para ellos.

Lo que no es chistoso y es una falta que el Señor nos limpio en nuestra conversión, es la suciedad de mente y corazón la cual veníamos arrastrando, el hablar del mexicano es conocido como “cantinero”, “maldiciente”, “doble sentido” “mentiroso”, “vulgar”, “ofensivo”, “sarcástico”, “irónico”. Esto lo digo en general, porque no faltará el mexicano “culto”  e “intelectual” que diga “no todos hablamos así”, y parece que lo dicen en serio. Pero muchas veces las personas son probadas por las circunstancias y para muestra un botón: hace tiempo me tocó ver un pequeño choque, yo estaba esperando la luz verde, cuando el coche a mi lado izquierdo, modelo muy viejo conducido por un señor también del mismo modelo, soltó el freno y se fue hacia atrás y se recargo a una flamante camioneta lobo doble cabina modelo reciente, los dos conductores se bajaron, discutieron, el de la lobo aparentaba riqueza y cultura, enojado comenzó a insultar y a agredir al anciano con palabras muy groseras. Y ¿Dónde quedó la cultura?

Las apariencias engañan, y en esto más.

 

       Otra característica del mexicano es muy sentimental y resentido. Hace años cuando comencé en el ministerio para mi era sorprendente ver a mis pastores, cuando discutían un punto o alguna cosa, al día siguiente su relación personal no era afectada, se volvían a ver con el mismo gusto y se volvían a comunicar, no había resentimiento (aparentemente), eso para mi fue muy impresionante y quise hacer lo mismo y la verdad fue de mucha bendición, porque pude trabajar con mis hermanos en Celaya, gracias al Señor por estos hermanos.

Sin embargo, a la “mexicana” no hubiera resultado, tal vez por nuestra situación histórica (no lo sé) nos auto herimos, auto lamentamos, auto deprimimos, no se pero todos tuvimos una tragedia, y la “mía” es mas trágica que la del otro, (pobrecito) de alguna manera presionamos así para que nos hagan caso, pero solo causa lástima.

Si alguien lo regaña, ya no le habla, y queda resentido, es como los bebes, si no les haces caso se ponen a chillar. Muchos empleados hasta renuncian porque los regañaron.

Es (en parte) por inmadurez y falta de disciplina de los padres.

Pero en la iglesia y más en predicadores y ministros es muy penosa esa actitud. Cuando deberíamos ser maestros guiando a la gente a la madurez, nosotros venimos a ser los “bebes”. Pienso que así no somos aptos para guiar a nadie, antes, seriamos los primeros que necesitan ayuda pastoral, ya que la amargura esta muy ligada al sentimentalismo.

 

       ¿Que hacer?

       Hay muchas características más, pero quise solo mencionar estas porque a veces actuamos de acuerdo a nuestra vieja naturaleza y no según el nuevo hombre.

Por ejemplo, si somos “individualistas” y Si somos “sentimentales y resentidos” hay un riesgo que tengamos problemas con nuestros compañeros de milicia, ya sea como misioneros o ya sea como pastores en la iglesia local. A veces los hermanos de la iglesia ven a algunos ministros con más autoridad que a otros y los reconocen, pero a otros no, y si uno no es contento con lo que tiene, nacen las envidias y celos y conflictos por la “igualdad”. Yo he visto ser  destruidas buenas amistades por esta cosa.

Entonces ¿Qué hacer? Primero no debemos decir como el típico mexicano: “Así soy ¿y qué? Antes al contrario. Porque aunque el gobierno promueva un orgullo mexicano, nosotros sabemos que  delante de El Señor nadie se puede enorgullecer de su nación   “…Porque mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles;  Antes lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar á los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte;  Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es:  Para que ninguna carne se jacte en su presencia… (1 Cor 1.26-29)

 

El nos ha puesto en la labor que otros ya habían labrado y es por su bendita gracia que me escogió, no por obras de justicia que haya hecho, más por su misericordia. Y me ha salvado para mostrar a los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia, El quiere mostrar lo que puede hacer con los casos perdidos, donde parece que la gente no puede cambiar. Es por eso que ha puesto el bendito tesoro del evangelio en vasos de barro, para que la alteza del poder sea de Dios y no de nosotros.

 

Yo creo que la Biblia tiene la respuesta, y yo creo que por muy sencillo que se oye, en la práctica no se hace. Por ejemplo cuando un problema se podía solucionar con una reconciliación con humildad y fraternidad o a veces con una reprensión, se opta por dividir la iglesia, pensando que “poniendo tierra” de por medio se acabó el problema. Pero NO, antes se agrava más.

Cuando solo es cuestión de dejar el orgullo y actuar como Jesucristo que es nuestro ejemplo a seguir. El fue maldecido sin causa, fue escupido por su pueblo y ninguna queja salió de él, hablaron mal de El sin ninguna razón, lo criticaron por hacer el bien y ¿cómo respondió?, como cordero mudo delante del que lo trasquila.

En el mundo hay muchas personas muy “prácticas” que nos pueden dar un “buen” consejo, pero no hay mejor consejo que el de la Biblia, veamos algunos.

      

El freno a la lengua

Lo sorprendente es que muchos de los problemas fueron ocasionados por “pequeñeces” que hasta avergüenzan. Lo más común es por algo que salió de la lengua, un pequeño fuego cuán grande bosque enciende. Y creo  que allí es donde comienza la solución, en la lengua. Según Santiago, necesitamos un freno en la lengua que evite hacer daño. De alguna manera es inevitable hablar de las personas principalmente si no están presentes, pero cuida tu corazón de la forma en que te refieres a “X” persona, cuida las insinuaciones y descalificaciones ocasionadas solo por los chismes. Si no te consta, no hagas caso y reprende el chisme, si te consta, ya sabes que hacer, ve con el hermano (y lleva presente al que te dijo).

“Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano, y juzga á su hermano, este tal murmura de la ley, y juzga á la ley; pero si tú juzgas á la ley, no eres guardador de la ley, sino juez. Uno es el dador de la ley, que puede salvar y perder: ¿quién eres tú que juzgas á otro?                           Sant 4.11,12

 

Cuida de no crear rencillas, muestra por buena conversación tus obras en mansedumbre de sabiduría. Recuerda que el Señor abomina el que enciende rencillas entre los hermanos. Prov. 6.19

“si se puede hacer, cuanto está en vosotros, tened paz con todos los hombres”  Rom 12.18

 

Un buen ejercicio en la piedad, la cual profesamos, y un buen ejemplo que podemos dejar, es prevenirnos con honra los unos a los otros. Rom 12.10. Esto es un mandato del Señor. Esto es un buen freno que podemos aplicar. Esta fue la actitud de Juan Bautista, “a El conviene crecer más a mi menguar” Jn 3.30. Algo muy parecido nos manda san Pablo en Fil. 2.3 “estimándoos inferiores los unos a los otros”. Prevenir con honra es dar valor a la persona, con ello se junta la renuncia a buscar egoísticamente  el propio honor. Lamentablemente es más fácil hablar mal que bien, pero recuerda que la misma vara que utilizas, con esa te medirán.

 

El ejemplo que nos inspira

Tenemos a Jesucristo como modelo. No somos soldados a tus expensas, no peleamos tu “lucha” sino la buena batalla de la fe, nadie es indispensable, si tu faltas, el Señor levanta a otro.

El es el maestro solo El pudo decir, “aprended de mi que soy manso y humilde de corazón” muchos piensan que una actitud mansa es negativa y reduce su autoridad. Pero yo creo que es al contrario, porque para este ministerio se requiere que los ministros  que sirven a Cristo sean espirituales y que están en comunión con Jesús. De otra manera, como podrán orar cuando tienen un resentimiento o enojo contra su hermano, cuando cierras los ojos e invocas el Nombre, el que escudriña los corazones ¿no lo sabrá?

Acuérdate que Pablo dijo sed imitadores de mi como yo de Cristo, (1 Cor 11.1). Nuestra gloria aquí es ser como nuestro Señor. Esto no nos debe parecer un trabajo imposible, pues no somos inconversos, ellos no lo conocen, odian ser como El.

Ellos dicen que “somos muy dejados” a ellos, el que se las hace “se las paga”, y es que están sin esperanza y sin Dios en el mundo, muertos en sus pecados. Por eso entiendo su vida lejos de la vida de Dios.

Pero nosotros los redimidos, que gracias por su sangre nos ha dado vida en Cristo, Por gracia sois salvos. Y nos ha dado una nueva ciudadanía, pues nuestra vivienda es en los cielos de donde también esperamos al Señor Jesucristo. A nosotros nos debe parecer un honor desear ser como Cristo. El es y debe ser nuestra inspiración.

Además de Jesucristo tenemos de ejemplo a los hermanos que han seguido las pisadas del Señor. San Pablo es buen ejemplo de amor fraternal libre del orgullo étnico. La gracia obró en este “hebreo de hebreos” para considerar a todas las cosas en que se podía gloriar  como estiércol, para ganar a Cristo.

 

Crecimiento espiritual

       Debemos madurar, el problema no es la nación donde nací, si no el pecado que hay en mí. Pablo dice que donde hay  celos, contiendas y disensiones están actuando de una manera infantil y carnal. (1 Cor. 3.3). Dice que cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño, más cuando fui ya hombre hecho, dejé lo que era de niño. (1 Cor 13.11). Dice a los hebreos 5.11,13 “Porque debiendo ser ya maestros a causa del tiempo tenéis necesidad de volver a ser enseñados...que cualquiera que participa de la leche, es inhábil para la palabra de la justicia, porque es niño…” “que ya no seamos niños fluctuantes llevados por doquiera de todo viento de doctrina” (Efe 4.14).

También pedro dice: “Más creced en la gracia y conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a El sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.

Segundo, debemos encarar, Jesús dijo: “Si tu hermano pecare contra ti, ve y redargúyele entre ti y el solo: si te oyere, has ganado a tu hermano” (Mat.18.15). El Señor dice que lo más sano es arreglar las cosas persona a persona. Antes de que lo sepan los demás.

También debemos reconocer nuestro lugar en el cuerpo de Cristo y dar gracias. Lo que tú eres es por que te lo ha permitido el Señor aun la autoridad que tienes. Por tanto no debes tener un mas alto concepto de ti que el que debes tener sino que piense de sí con templanza, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Rom 12.3.

       Veo el cristianismo actual y presume una aparente madurez, pero a lo que ellos le llaman madurez la Biblia lo llama libertinaje. Bailan, brincan, “rockean”, se visten como quieren, toman licor, ya no se nota la diferencia entre el cristiano y el mundano. Pero eso es un retroceso, un desvío del santo mandamiento. Jesús dijo “sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” y esta perfección esta relacionada con nuestra comunión con Jesucristo. Según san Pablo en Hebreos 5.12 la madurez se observa cuando: 1. digerimos doctrinas más sólidas. Y 2. sabemos discernir entre lo bueno y lo malo.

      

El punto es: “que muchos problemas que han ocurrido en la iglesia, ha sido por causa de nuestra “idiosincrasia”. Tal vez no te parezca así. O tal vez sea muy pobre mi argumento. Pero que hay un peligro, si lo hay, y es que cada día el cristiano se esta atreviendo a hacer cosas que avergüenzan al Nombre de Cristo. No hay respeto por sus pastores, ni por pastores de iglesias hermanas, hay inmoralidad, hay deshonestidad, se critica al hermano a su espalda, somos impuntuales, el sentimentalismo predomina,  dividen la Iglesia y la fraternidad esta decayendo. ¿Qué pasa? ¿Quién es el responsable?

 

       Que tal si por no “entender” y no estar dispuesto a obedecer, el Señor nos postra como hizo a Israel en el desierto, y solo espera que esta generación mala termine sus días y levanta a otros que hagan la obra, o que te quite el ministerio.

Doy gracias al Señor que me salvó siendo lo que soy; un mexicano que ha sido alcanzado por su gracia. Asumo que esto me da una gran responsabilidad con mi Señor Jesucristo con mi iglesia, y con mi nación.

No pretendo negar lo que soy (ni quiero) de hecho hasta en nuestro caminar se nota que somos mexicanos. Pero sí, cada día que me da el Señor es una nueva oportunidad de corregir mis errores y dar testimonio que la gracia del Señor pudo transformar al más vil pecador.

 


 

 

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